18 de marzo de 2015

Todo lo que necesitás son los Beatles

(Publicado en revista Brando, número de marzo de 2015)

En su maravillosa Chesil Beach, el novelista inglés Ian McEwan cuenta la última noche antes de que empiecen los años sesenta. No lo dice así; es la noche de bodas de Florence y Edward, dos jóvenes universitarios. En una época en la que “tener una conversación acerca de problemas sexuales era lisa y llanamente imposible”, la noche de amor fracasa con tanto estrépito que se lleva puesto al fugaz matrimonio. El libro le dedica ciento ochenta páginas morosas y delicadas a la narración de esa noche premonitoria, y apenas las quince finales, aceleradas y tristes, al resto de las vidas de sus protagonistas, sombreadas por los cambios furiosos en el paradigma de las costumbres.
La historia --ficcional pero con pistas autobiográficas-- transcurre en junio de 1962. El día seis de esos mismos mes y año --décimo octavo aniversario del Día D, el del desembarco aliado en Normandía--, Los Beatles entraban en los estudios EMI de Londres, todavía con Pete Best en la batería, para grabar por primera vez temas compuestos por John Lennon y Paul McCartney. Dos meses más tarde, los fabulosos cuatro tocaban en público ya con Ringo Starr en la retaguardia: nacía la banda de sonido de aquella revolución de las costumbres.
Esa historia fue contada mil veces, pero sigue intacta. Lo comprobé un sábado de verano, hace poco. Dos chicos entraron a un vagón del subte D de Buenos Aires y dijeron que iban a tocar unos temas. Ejecutaron, con fidelidad alegre, cuatro piezas beatle de la primera época, la época fresca y primitiva, la del asalto a las entrepiernas: “I Wanna Hold Your Hand” y compañía. El público del vagón, buen tester de impactos artísticos, se conmovió íntegro: muchos piecitos se movían al ritmo, y las manitos largaron por un segundo los teléfonos inteligentes, y buscaron billetes arrugados, de dos, de cinco, pero también de diez, en las billeteras.
Los Beatles, tan narrados, tan imitados, tan perfectos, siguen siendo, sobre todo, escuchados, incluso a pesar de ser la banda importante a la que más difícil es acceder en el streaming gratuito. ¿Qué se puede decir sobre ellos? Son ampliamente considerados como el número artístico más grande e influyente de la era del rock, dice Wikipedia, y tiene razón. Hay algo cósmico, misterioso y fatal en ellos, dice Adam Gopnik, redactor de la New Yorker. 1962-1970: fueron ocho años y doce discos de alegría, melancolía e ideología; ocho años de una asociación creativa única que absorbió los cambios de una época intensa. En su trayecto de disco a disco, la humanidad maduró con ellos.
En medio de la tosquedad de clase trabajadora de los primeros y la sofisticación lisérgica de los últimos (Sgt. Pepper…, Abbey Road, Álbum blanco y compañía), lanzaron hace medio siglo Rubber Soul, un escalón repleto otra vez de grandes canciones. Rubber Soul es el momento en que los Beatles toman conciencia de su grandeza. Faltaba poco para que decidieran dejar de tocar en vivo y redoblaran su apuesta. En Rubber Soul empiezan los toques sutiles de George Harrison, como las líneas de sitar que introduce en “Norwegian Wood”, y la banda transforma en oro influencias que estaban en el aire, como el folk rock de Bob Dylan y la armonía vocal pop de los Beach Boys: los Beatles empiezan a dejar atrás la Beatlemanía adolescente y amplían hasta lo desconocido las fronteras de lo que se suponía que debía ser la música popular.

Hoy, la lista de los videos más vistos en YouTube la encabezan “Gangman Style” (¡más de 2000 millones de visitas!) y temas de Justin Bieber, Jennifer Lopez, Eminem y Shakira. Los Beatles no aparecen ni a placé. En alguna medida, porque sus canciones no tienen una versión oficial en YouTube, y quienes las suben ilegalmente son sancionados. ¿Eso significa que a los Beatles no se los escucha tanto? No lo creo. Escuchar a los Beatles es ya parte de la experiencia de formación básica de cualquier niño y adolescente. Ellos inventaron fórmulas que todos los artistas populares siguen replicando: los megarrecitales en vivo, los videos musicales y los discos conceptuales. La energía incandescente de los Beatles es un fantasma inspirador para cualquier músico. Ellos catalizaron el modo como la juventud consume, al mismo tiempo, pop y sueños, integración y rebeldía, eternidad e instantes. La obra de los Beatles es el inconciente musical colectivo, la metáfora sónica global de ese momento en que creemos que nuestra juventud durará para siempre. Los Beatles, dice Elvis Costello, dejaron de tocar porque sus canciones ya no eran de ellos: son de todos.

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